lunes, 24 de septiembre de 2007

A Michi le encantaba el cine


Esta entrada remite a dos preguntas clave: 1) ¿Qué tendrá que ver lo que voy a escribir con un sitio de cine? y 2) ¿Si no escribo de lo que quiero en mi propio blog, dónde voy a hacerlo? Así que después de dudar un poco (muy poquito) aquí voy... a escribir de lo que quiero... en realidad de lo que siento.

El sábado que pasó, a las 12.36 del mediodía, un gran hombre llamado Néstor Ruiz partía de este mundo. Tenía 75 años. Para todos quienes lo tratamos era, simplemente, "Michi". Periodista de alma a punto tal que nunca me lo imaginé haciendo otra cosa, me tocó conocerlo allá por 1983, cuando él era subdirector de Diario Popular y yo un chico de 22 años que hacía sus primeras armas en el periodismo, en la sección Deportes. Por cuestiones internas del diario, me pasaron a Redacción General, lo que equivalía a decir bajo su órbita directa.

Al principio (cosa que con el tiempo le conté) le tenía miedo. Era gritón, se ofuscaba con gran facilidad, le subían los colores a la cara cuando la nota que se le presentaba no era tan correcta como debía y no andaba con chiquitas a la hora de retar ante una macana. Yo, tembloroso, le llevaba mis notas escritas en Olivetti (la computación no existía) y mientras él la leía yo lo pispeaba para ver qué "decía" su cara. Por suerte, parece que mi estilo le gustaba y no debía soportar demasiadas reprimendas. Dije demasiadas, que quede claro.

El contacto laboral se fue intensificando y casi sin darme cuenta pasé a estar bajo su ala. "Quiero que aprendas todo de este oficio", me dijo una vez minutos después de una medianoche frente al tablero de armado de páginas. Y agregó: "El periodismo no es sólo escribir bien..." Tenía razón. Trabajando cerca suyo no sólo mejoré mi redacción, sino que aprendí a diagramar, a hacer los cierres en el taller de armado, a seleccionar noticias, a priorizarlas debidamente, a titular, a elegir fotografías y decenas de actividades más.

A medida que el "maestro" hacía su trabajo, el alumno lo miraba, incorporaba conocimientos periodísticos, se nutría. Hasta que una noche (no recuerdo cómo fue) me "eligió" y allí estaba yo, sentado a la mesa de un restaurante del Centro de su amada Buenos Aires junto a él y sus otros "elegidos", que no eran tantos. "Trabajo con quien puedo, como con quien quiero", solía decir. Voy a mencionar a dos de esos que él eligió: Rogelio "Roly" Marín y Luis Moreiro.

Imposible contar todo lo sucedido y compartido entre estas cuatro personas desde entonces. Tampoco viene al caso. Alcanza con recordar cientos de sanas trasnochadas, charlas sobre cualquier tema menos trabajo, copas de vino y champán haciendo chín-chín, entrañas a la parrilla, ensaladas, sorrentinos, carcajadas, peleas, discusiones y la mar en bote para sintetizar un mundo de vivencias infinitas. El tiempo transcurrió, cambiamos de medios laborales, estuvimos en redacciones distintas, después volvimos a coincidir en un diario, revista o lo que fuere, pero lo que se mantuvo inalterable fue la amistad.

Podría escribir infinidad de líneas acerca de esta historia y el dolor que produce el adiós, pero hay que ir cerrando. Lo haré sencillamente diciendo que "Michi" fue un hombre esencial en mi vida, tanto profesional como personal. Fue y lo seguirá siendo. Ahora nos queda a Roly, a Luis y a mí continuar juntos el camino que hasta el sábado transitamos con él. Como bien dijo Roly apenas minutos después que lo despedimos: "Nunca nos dijo que teníamos que estar unidos y mirá cómo nos unió".

Así fue "Michi". Enseñaba sin poner el dedo duro, transmitía sin hacer discursos, ofrecía sin esperar nada a cambio, exigía a quién sabía que podía responderle. Duro y tierno a la vez, simpático y cabrón, calentón y sereno cuando hacía falta escuchar la palabra precisa, dejó su impronta marcada a fuego en todos aquellos que tuvimos el privilegio de compartir su mundo.

¿Qué tiene que ver todo esto con este sitio web? ¡Ah... sí! A "Michi" le encantaba el cine. ¿No es un motivo más que suficiente para que ocupe un lugar en mi blog?

En la foto Michi, Roly, Héctor y Luis, el 21 de febrero de 2007.


¡Salud, viejo..!

19 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Es cierto lo que dijo Roly, se tienen ustedes; eso es bueno.
A.

Héctor Gavira dijo...

A Anónimo A., muchas gracias por el comentario. Brevísimo, pero no sabés cómo ayuda...
En cuanto al comentario suprimido por el autor, debe ser un error cibernético. Yo no suprimí nada.

Rogelio Marín dijo...

Para los que tenemos el placer de conocer "Al Flaco", sabemos que todo es posible. Sus dedos son disparadores certeros que inmovilizan con una cálida brisa que envuelve al corazón. Gracias por tú amor, por esta alegría, por estas lágrimas....
Rogelio

Héctor Gavira dijo...

Gracias, Rogelio. Con mandarte un abrazo alcanza

Anónimo dijo...

Me parece justo (por lo que me contaste sobre el grupo de amigos) y sentido el texto sobre Michi. Es bueno darse cuenta de que, pese a los tiempos que corren, la amistad sigue siendo un regalo milagroso. Te mando un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Me alegra haber ayudado.
En estos temas, otra gente deja que la procesión vaya por dentro. La gente se abroquela, es lógico, pero siempre queda alguien suelto.
Saludos,
A.

Héctor Gavira dijo...

Ezequiel querido!!! Gracias por el comentario. Te conozco y sé el significado que tiene para vos la amistad y otros tantos valores.

A Anónimo A, un nuevo agradecimiento. ¿Quién serás? ¿Desde dónde escribirás?, me pregunto

Anónimo dijo...

Héctor, lamentablemente no nos conocemos. Yo conocí a Michi en el 80. No te cuento la anécdota acá porque es un poco larga y la voy a contar en mi blog, que no pongo acá para que no pienses que posteo por eso. Obvio, conozco a Roli y a Luis de esa época. Muy lindo lo que escribiste. Yo, lamentablemente, no conté con la amistad del viejo, pero sí nos conocíamos y nos respetábamos. Además, ahora soy periodista pero en esa época era corrector y eso tal vez me alejaba un poco a nivel profesional. Un abrazo

Anónimo dijo...

¿Quién seré? En todo caso, alguien para quien la procesión va por dentro. ¿Desde dónde escribiré? Quizá más cerca de lo que te imagines.
Nada de eso importa mucho, salvo el duelo.
Suerte en la vida,

A.

Héctor Gavira dijo...

Hola, Rubén... me gustaría que nos contactáramos, conocer esa anécdota con Michi y visitar tu blog. Mi mail es hgavira@gmail.com. Espero tu mensaje.

En cuanto a Anónimo A, sigue el misterio. Vale. Y me parece que andás con algún problema, por eso de que sos "alguien para quien la procesión va por dentro". Espero que todo marche bien. Suerte en la vida para vos también.

Claudio Ferrari dijo...

Entrañable tus palabras. Ojalá siempre haya maestros. Y los habrá en la medida en que se los recuerde como recordás vos. Un abrazo.

Claudio Ferrari dijo...

Entrañable tu evocación. Siempre habrá maestros cuando son recordados así. Un abrazo.

Héctor Gavira dijo...

Claudio Ferrari... gracias por visitar mi blog, por dejar comentario y por entender de qué va la cosa. Ahora estoy sin tiempo, pero más a la noche entraré a tu página. Abrazo

malena dijo...

Gracias Héctor por tus palabras. Mi viejo sabía los amigos que tenía.
A rubén, te paso mi mail porque quisiera saber quién sos y cuál es la historia que tuviste con mi viejo.
malerubart@hotmail.com
Cariños a todos.
Malena Ruiz.

Héctor Gavira dijo...

Malena... nada que agradecer. Tu viejo merece estas palabras y muchas más. No pasó en vano por aquí. Un beso

Anónimo dijo...

La verdad viejo que no hay ningún homenaje que le puedas haber hecho mejor que este. Se nota que lo escribiste con el corazón y que realmente lo amabas. Lo más importante no es morir (porque a todos les pasa), sino haber disfrutado la vida a pleno. Y seguramente que con ustedes tres al lado, Michi la disfrutó muchísimo. Además, estuvieron hasta el último momento y no se borraron en las malas. Seguro que al viejo, en el lugar en donde esté(por más gritón y macho que haya sido), se le habrá piantado un lagrimón con lo que escribiste. Besote viejo...

Héctor Gavira dijo...

Leandro... hijo querido!!! Me dejaste sin palabras. Si esta vez sólo te digo gracias... ¿lo entendés? Seguro que sí, porque tus palabras me hacen saber que entendés exactamente el sentido de la vida. No sólo tus palabras, sino también todo lo que le ponés a la familia, a la amistad, a la vida y a todo lo que encarás. Yo estoy orgulloso de eso y, fundamentalmente, de vos.

Tu viejo

Carlos Rodriguez dijo...

Hector, como estas?, soy el hijo de Carlos Aristides Rodriguez, no se si te acordaras de mi, yo era muy chico cuando venias a casa. De casualidad cai en tu blog. No se si sabias, pero mi viejo fallecio hace 4 años, la verdad que leerte y ver la foto que publicaste me mueve muchas cosas internas. Un abrazo grande, y si lo ves a Roly mandale mis saludos.