jueves, 6 de septiembre de 2007

David Lynch, creador de climas (2º Parte y Final)


Bueno... acá estamos con la segunda y -hasta ahora- última parte de la historia cinematográfica de David Lynch (aquí, enlace a su biografía, filmografía general y particular de sus películas). La primera se encontrará en la lista de etiquetas con el nombre del director.

Al retomar aquella entrada, debemos decir que entre la “Cabeza borradora” del ‘76 y “Una historia sencilla” del 2000 Lynch fue eslabonando títulos tales como “El hombre elefante” (1980), “Duna” (1984), “Terciopelo azul” (1986), “Corazón salvaje” (1990) y “Carretera perdida” (1996). Fueron precisamente estos tres últimos títulos los que reafirmaron alrededor de la imagen de Lynch el concepto del cineasta oscuro, sórdido, retorcido, a veces demoníaco, otras genial, pero siempre distinto, único, irrepetible e inimitable.



Maestro en el arte de generar atmósferas densas y pesadas, al igual que en “Cabeza borradora” el director no anduvo con medias tintas a la hora de buscar el estremecimiento. Así, introdujo al Jeffrey Beaumont (Kyle Mac Lachlan) de “Terciopelo azul” en un mundo de vicio, sexo y peligro a través de una oreja amputada y semidevorada por insectos. En “Corazón salvaje” eligió mostrar el banquete que un grupo de moscas se hizo con el vómito de la embarazada Lula Pace Fortune (Laura Dern) en un oscuro cuarto de hotel o la voladura de cabeza -en el más puro sentido literal del término- sufrida por Bobby Perú (Willem Dafoe) y provocada por su propia arma, con cerebro expuesto, bulbo raquídeo y buena parte de la columna vertebral a la vista y golpeando contra un muro.

Más atrás en el orden cronológico de su filmografía, los gusanos gigantes o las pústulas infectadas del barón Vladimir Harkonnen (Kenneth McMillan), simbolizando la corrupción, tuvieron su papel preponderante en “Duna”. Algunos detractores de la obra de Lynch ni siquiera perdieron la oportunidad de señalar que en su humanísima visión con que llevó al cine la tortuosa vida de John Merrick en “El hombre elefante”, encarnado por John Hurt, también abordó el tema de la deformidad que le produjo una neurofibromatosis aguda. Sin embargo, ante la sensibilidad y educación del protagonista, la premisa del filme era más que clara: ¿quién era el verdadero monstruo, el enfermo o las personas “sanas” que lo rodeaban?



Ejemplos, nada más que ejemplos de una manera de narrar por demás demostrativa y para nada complaciente y que revalidó en “Carretera perdida”, donde el sexo, el submundo de la pornografía, los crímenes, los celos y la ambición estuvieron a la orden del día.Volviendo al interrogante del principio de la primera parte: ¿Cambió David Lynch desde su primer largo a "Una historia sencilla"? Según sus propias palabras cuándo se le consultó por la cuestión: “Aunque a muchos le cueste creerlo, 'Cabeza borradora' fue mi película más realista, mientras que 'Una historia sencilla' es una ficción, igual que todas. Sólo que en lugar de hurgar en zonas tenebrosas, buceo en aguas un tanto más relajadas”.

En cuánto al hilo conductor entre un filme y otro, también es conveniente citar al director: “Me gusta provocar. Quiero que mis películas se conviertan en algo distinto y especial, que cambien la vida del espectador”. Y si de provocar se trata, Lynch eligió con “Una historia sencilla” el camino inverso. En tiempos en donde buena parte del cine se regodea con el sexo y la violencia, en esa ocasión Lynch se inclinó por el camino del amor -fraternal en este caso-, los altos ideales y la demostración de que el hombre puede lograr aquello que se proponga cuando el objetivo es claro.

El gran error a la hora de evaluar a Lynch sería quedarse únicamente con las aristas más morbosas de su tarea de realizador, ya que abordó desde diversas ópticas los aspectos más bajos, vulnerables, perversos, corruptos y bestiales del ser humano. Y tanto se metió con ellos, tanto escarbó hasta sus profundidades y tanto los exhibió fotograma a fotograma, que quizás allí esté el punto por el que ha generado tantos rechazos hasta la presentación de “Una historia sencilla”. ¿Será que más de uno se vio identificado, aunque más no sea parcialmente? Tal vez. Vale recordar que en la habitación de hospital que ocupaba el “impresentable” John Merrick, el médico que lo atendía había prohibido los espejos...




TRAS LO SENCILLO, LO COMPLEJO

Claro que un artista como Lynch no podía quedarse allí. Quizás fue por ello que tras la travesía del anciano para reencontrarse con su hermano, retomó sus pasos y se volvió a meter (y nos metió) en el intrincado mundo de Mulholland Drive o "El camino de los sueños". Nuevamente aquí nos hizo perder entre el mundo real y el onírico, en el desdoblamiento de personalidades, en la confusión entre quién es quién en la historia a tal punto de hacernos pensar y repensar una y mil veces quién es víctima y quién victimario.

Ahora... si alguien logró salir al menos por un minuto del derrotero de la película, por favor que me lo presenten. El clima es tan perfectamente logrado, la tensión tan tirante y las atmósferas tan asfixiantes y diáfanas al mismo tiempo, que es imposible escaparse del mundo que nos propone el director.

Faltan días apenas para que llegue la última obra de David Lynch, "Inland Empire" (parece que aquí se la conocerá como "Imperio"), sobre la que hace referencia mi amigo Andrés Fevrier en su recientemente estrenado y muy buen blog Cinematófilos. Dejo para quienes quieran saber algo más de esta producción remitirse a esa página. Apenas un aperitivo para los fanas de Lynch, mientras esperamos su estreno. Llegado el momento, nos ocuparemos de ella.

PD bloggera 1: No hay omisión acerca de "Twin Peaks". Sólo que al haber sido concebido como una serie para TV prefería obviarla más allá de su versión cinematográfica.

PD bloggera 2: Van trailers de "El hombre elefante", "Terciopelo azul", "Carretera perdida" y "El camino de los sueños". En este último caso, un sexy trailer.


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