sábado, 27 de octubre de 2007

Hiroshima, Duras, Resnais...

EL

Tú no has visto nada en Hiroshima. Nada.

ELLA

He visto todo, todo... también el hospital, estoy segura. El hospital existe en Hiroshima. Imposible no verlo.

EL

No has visto ningún hospital en Hiroshima. Tu no has visto nada en Hiroshima.

ELLA

Cuatro veces, en el museo.

EL

¿Qué museo en Hiroshima?

ELLA

Cuatro veces en el museo de Hiroshima, he visto pasear a la gente, pensativa, entre las fotografías y las maquetas, a falta de otra cosa. Las explicaciones, a falta de otra cosa. Cuatro veces en el Museo de Hiroshima he observado a la gente, a mí misma, pensativa. El hierro... el hierro quemado, vulnerable como la carne. Cápsulas como flores... ¿quién lo hubiera pensado? Pieles humanas flotando, sobreviviendo... conservando aún la frescura de sus sentimientos.Piedras... piedras quemadas... piedras destrozadas. Cabelleras anónimas de las mujeres de Hiroshima, que habían perdido totalmente a la mañana al despertarse. Sentí mucho calor en la Plaza de la Paz. Diez mil grados en la Plaza de la Paz. Yo lo sé. La temperatura del sol en la Plaza de la Paz. ¿Cómo ignorarlo? La hierba, así de simple.

EL

Tú no has visto nada en Hiroshima. Nada.


Así comienza "Hiroshima mon amour". Con este diálogo mechado entre imágenes del horror de la bomba atómica y una pareja después de hacer el amor, retratada por Alain Resnais (abajo, izquierda) utilizando la modalidad del llamado extrañamiento. Así, sólo se ven brazos, espaldas, fragmentos de cuerpos desnudos mientras se oye ese diálogo ma-ra-vi-llo-so ideado por Marguerite Duras (derecha).
El (Eui Okada) es un hombre de negocios japonés y Ella (Emmanuelle Riva) una actriz francesa que se encuentran en Hiroshima y viven una noche de pasión a horas de que ella deba regresar a su país tras la finalización del rodaje de la película que fue a filmar.

Es el punto de partido de un guión escrito por Duras en donde las palabras se transforman en la gran fiesta de la obra. ¿Y Resnais, qué..? Particularmente, creo que tuvo la gran virtud de poner su cámara al servicio de los diálogos, sin buscar el lucimiento propio del director. Paradójicamente (o no) a través de esa elección lo alcanzó.

No voy a ponerme a analizar la película aquí, estrenada hace ya 49 años. Simplemente, aprovecho el ciclo de cine sobre Resnais (programación y detalles, aquí) que comenzará el martes en el Teatro San Martín para sacar a la luz un filme que acepta infinidad de puntos de vista: sensible, crudo, tedioso, aburrido, obra maestra... en fin... lo que se quiera. En lo personal, creo que el fuerte está en los diálogos de Duras, sobre los cuales se desarrolla toda la historia. Como para contradecir aquella frase que dice que el cine es imagen. Para mí, es imagen y sonido. Y este último punto incluye -obviamente- los diálogos en una categoría primordial. Bien... así las cosas, enlazo aquí con la validísima opinión del autor del más que interesante Blogdecine, quien titula su entrada acerca de la película que nos ocupa como "Hiroshima mon amour, un clásico del aburrimiento". Me parece interesante leer su punto de vista.

Yo, particularmente, remato este post con otro texto vigorosamente erótico, cuando Ella le dice:

....Y te encuentro a ti. Te recuerdo. ¿Quien eres? Tú me estás matando, tú me haces bien... Eres mi vida. ¿Cómo pude dudar que esta ciudad estuviera hecha a la medida del amor? ¿Cómo pude dudar que estuvieras hecho a la medida de mi propio cuerpo? Me gustas... Qué acontecimiento... Me gustas... Qué lentitud, de pronto. Qué dulzura. Tú no puedes saber... Me estás matando... Me haces bien... Me estás matando... Eres mi vida. Tengo tiempo de sobra. Te lo suplico... Devórame. Defórmame hasta la fealdad. ¿Por qué no tú? ¿Por qué no tú en esta ciudad y en esta noche tan semejante a las demás que se confunde con ellas? Te lo suplico.......

2 comentarios:

Hernán dijo...

Buenísimo, me acabo de enterar gracias a tu post del ciclo en la Lugones que comienza este martes...
Coincido con esto de que el cine es imagen y sonido, siempre. Pero dudo que esta aseveración permita llegar a la conclusión de que los diálogos se coloquen en una categoría primordial, como decís. Quizás Hiroshima... no sea el mejor ejemplo, ya que en esta película los diálogos, de gran belleza literaria, encuentran un justo contrapunto con la belleza de las imágenes construidas por Resnais. La imagen y el sonido interactúan y, de alguna manera, provocan otra cosa, algo nuevo, ausente de antemano. Pero creo que el problema aparece en otros ejemplos, cuando los diálogos vienen a suplantar una imagen descriptiva de carácter intercambiable. Pienso en la televisión, por ejemplo, que casi siempre hace avanzar la narración a partir de los diálogos, describiéndolos con planos y contraplanos sin mayor sentido. Creo que el cine comete la misma ingenuidad muchísimas veces, y la imagen se limita meramente a registrar lo que se dice.
No tengo más tiempo, pero tu extensa nota me provocó algunas ideas que voy a intentar volcar en un próximo post de mi blog.
Saludos!

Héctor Gavira dijo...

Aló, Hernán... perdón por la demora en responderte, pero si te fijás en mi blog te darás cuenta que esta semana no hice nada con él. Pero bueno... más vale tarde que nunca. Me alegra que mi post te haya servido para enterarte del ciclo. En cuanto a la categoría de primordial que le doy a los diálogos, lo hago dentro de lo que significa la banda sonora, integrada también por música y efectos sonoros. Y, particularmente, dentro de lo que representan esos diálogos en "Hiroshima...". También hay otros ejemplos, como "Doce hombres en pugna" (a la cual dediqué una extensa entrada en mi blog), en la que lo que se dice es, a mi entender, más importante que lo que se muestra. Otro caso son las películas de Woody Allen, un genio que sabe hacer avanzar la acción dramática a través de los textos inteligentes, profundos y precisos que escribe. Coincido plenamente cuando decís: "...Pero creo que el problema aparece en otros ejemplos, cuando los diálogos vienen a suplantar una imagen descriptiva de carácter intercambiable". Y por último, sobre la TV, me resulta incomparable una actividad y otra desde la simpleza de esta frase: "La televisión se MIRA, el cine se VE". Nadie dice: "Fui al cine a MIRAR tal película". Dice: "Fui al cine a VER tal película".

Salute!